jueves, 25 de abril de 2013

Análisis crítico de seis proposiciones sobre la vida del Cenador Gerlein


Roberto Gerlein Echevarría vuelve a denigrar de una de las manifestaciones sexuales del hombre, en detrimento de la equidad jurídica promovida por la Constitución colombiana. Un deplorable perfil de nuestra política el día en que en Francia se aprobó el matrimonio según el principio de égalité.

El martes pasado Roy Barreras, presidente del Senado, invitó a sus colegas a una cena en su casa y debido al compromiso, la convocatoria a debatir sobre la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo se quedó sin quórum: los detractores de esta iniciativa prefirieron abandonar el recinto y asumir su condición de cenadores. Ese día, tan agitado en la Plaza de Bolívar como en las redes sociales, Publimetro hizo una síntesis de la intervención del Cenador Gerlein con las seis frases más polémicas dichas por él durante la sesión.
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#1, desglosada: “No comparto, ni aplaudo, ni deseo el sexo escatológico.” Respetable, no a todos tiene que gustarnos lo mismo, si es que él habla del lugar en el cuerpo que más nos huele a mierda. Sin embargo, el Cenador asume que la vida con una pareja del mismo sexo consiste en meter cosas por el ano y omite que si su hija fuera lesbiana, ella decidiría ese aspecto. Y si es heterosexual, también. Pero, más allá de su miopía, lo que me cuestiona es saber que entre las prebendas de los congresistas hay asignados $27.000.000 mensuales para invertir en asesores. Con los índices de pobreza en nuestro país y con el evidente desvío de dicho rubro, ¿no le causa esta cifra al Cenador al menos tanta vergüenza como sí se la produce una besatón? Ya que al expresar su indignación con la besatón gay dejó ver que lo que para él es claro: hay un tipo de seres humanos que no pueden experimentar el amor.


Prosigue: “A mí me parece que el sexo escatológico es un sexo inane”. Su parecer es atinado: la evidencia nos muestra que por lo menos el 99% del sexo en la vida de un adulto promedio se practica sin un fin distinto al placer. Nadie lo contradice en este sentido, pero lo que suscita problemas es la consecuencia que él extrae de su parecer: solo se puede practicar, con plenas garantías jurídicas, aquello que sea útil. Habría que comenzar, en tal caso, por prescindir de más de 200 curules. Dicho sea de paso, “escatológico” se refiere también a lo que tiende hacia un fin, de donde tendríamos el sexo escatológico como el que sí sirve. ¿Lo ve, Cenador? Ayudaría usar al menos una parte de lo de las asesorías en lo que corresponde.

Por otra parte, la afirmación del Cenador nos lleva a suponer que él solo ha eyaculado una vez en su vida (solo tiene  una hija), y si esto es así, me gustaría postularlo como caso de estudio científico y de acompañamiento clínico. Una vez más: ¿demasiado cinismo, o cándida y obstinada idiotez?

“Un sexo incapaz de generar vida”, prosigue. Verdadero. “Un sexo que se practica casi que con fines recreativos”, y se queda corto. ¿Usted nunca se masturbó, Cenador? ¿Usted piensa que su esposa no lo ha hecho jamás? ¿Que su padre no lo hizo? ¿Que su hija no lo hace ni lo hará; que el Presidente o las procuradoras y las monjas no se masturban, jamás?  ¿No conoce, Cenador, prácticas como meter un dedo en el culo durante la masturbación? Lo confieso: ¡a mí sí me da envidia solo imaginar lo que es tener un pene y poder meterlo en un agujero que de verdad apriete! Claro que usted tampoco alcanza a imaginar lo que es un orgasmo tras otro con solo tocar un pedacito exterior de la vagina llamado clítoris.

Pero, me estoy desviando. La siguiente pregunta para el Cenador podría ser qué es lo que no puede ocurrir amparado por la ley: ¿que el sexo se practique por el agujero de donde sale el popó? Me deja sin palabras, Cenador.
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#2. “El matrimonio gay es una decisión que sustancialmente golpea esta concepción de la familia entre un hombre y una mujer”. Verdadero. Sí golpea “esta”, es decir, “una”. Sí golpea una idea de familia. Pero no a la familia misma.

Es una evidencia que las familias colombianas no son todas hombre, mujer e hijos; que muchos niños crecen sin padres, al cuidado de la calle, o de institutos corruptos, o de madres voluntarias, y que en muchos, muchísimos casos en los que hay papá y mamá, la situación de violencia es tal, que mejor estarían ellos separados. Otra evidencia aplastante es: ¿cuántas mujeres crían en este país solas a sus hijos? Entretanto, ¿no es esta una información de la que tendría que estar ocupándose la Procuradora Delegada para la Infancia, la Familia y la Adolescencia, en vez de ocuparse en defender su privacidad para decir “aquí, dedicada al lobby”? ¿Es para esto que toda esta gente defiende el salario de sus cargos?

#3. “Nosotros pertenecemos a una generación heterosexual”. Verdadero, también si se entiende en cierto sentido. El ciudadano Gerlein, de 74  años y un rosario como prendedor, lleva 39 años calentando puesto público. Aunque conozco a muchas personas incluso mayores que él, católicas también, que están de acuerdo con el matrimonio entre los que se quieran casar, al ver a sus coetáneos en mi familia puedo entender a qué se refiere: a unas creencias arraigadas en la crianza, con las que a muchas personas les es difícil convivir en un mundo cambiante. Comprensible. Lo malo, para la sociedad colombiana, es que de esos muros del catolicismo se sigan políticas para negar derechos igualitarios que de ser reconocidos, favorecerían a millones de personas, mayores y menores de edad.

Aunque, si a lo que el Cenador se refiere es a que de su generación para atrás no ha habido homosexualismo, entonces su proposición #3 pasa a ser falsa: a los humanos de todas las épocas les han gustado diversas formas de practicar el rico sexo. La pregunta que sale a flote es cómo justificar que una persona con tan extrañas creencias tenga un presupuesto de $27.000.000 mensuales para pagar asesores.

Notable, en cualquier caso, que sea el Cenador mismo quien señale una de las raíces del problema en la brecha generacional. Para resolver este problema, uno de tantos que presenta el no tan honorable Congreso, ¿no valdría la pena revaluar los periodos y el tiempo de retiro de los congresistas? ¿Qué piensa el Cenador de que tan poquitos se lleven tanta riqueza?

#4 "La Biblia es la luz de la civilización occidental". Aquí ya se fue con poesía, no califica como verdadero ni como falso. Es un decir, un ejemplo de metáfora.

#5 desglosada: "Los gays quieren que se les apruebe todo.” Esta proposición resulta verdadera si con ‘todo’ se refiere a la plenitud de los derechos a los que acceden las personas que se casan. (¡Y eso que aún no comienza el debate de las triejas!). Sí, en tal caso, es verdadera: todos los ciudadanos colombianos quieren que se les trate igual, tal como es su derecho constitucional.
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Y para rematar: “Tienen un lobby gay". ¿Le está diciendo lesbiana a la procuradora Ilva? Ella, entretanto, defiende su privacidad en el chat, como si no fuera de interés de la sociedad lo que ella vaya a decir desde el Congreso, que por otra parte, no es su jurisdicción. Pero es más vergonzosa su defensa: “yo no sabía que había periodistas”. Aplastante, la inteligencia y la seriedad con la que estos representantes públicos ejercen su trabajo.

#6 "Uno es un pobre perro en esta curul." Yo diría que esta afirmación sí es falsa. Porque el Cenador, que se gana tanto, que dispone de esa poltrona en la que se sienta a sus anchas, cuando le viene en gana y por el tiempo que él decide, para tener todas estas prebendas que tiene ha de ser bastante más que un “pobre perro”, si es que lo usa en el sentido popular de la expresión, como diciendo “no soy nada aquí, nadie me escucha”.

Le diría en todo caso, Cenador, no se ofusque tanto. No es muy cristiano hablar en esos términos, ¿no son los perros esas criaturas que se la pasan oliéndose el culo entre ellas a toda hora? Los pobres y los ricos perros, por igual, se masturban en la pierna de los humanos que se sientan a hacer visita y usted, según dejan ver sus palabras, no es de los que se masturba (o se ha masturbado). (¿Conformó usted en el colegio una brigada anti-masturbatoria?)

Como puede ver, Cenador Gerlein, la mayor parte de sus afirmaciones son proposiciones verdaderas. Bien vistas, nadie las rechaza, luego es injustificada su crispación. Pero sí déjeme hacerle una última pregunta: ¿no cree usted que si a Dios le hubiera horrorizado el sexo inútil habría evitado, en su omnipotencia, que pudiéramos masturbarnos? ¿No cree que habría evitado que fuera placentera la estimulación en la próstata y en el clítoris? Claro está que ese dios nos da la libertad de hacer muchas cosas que a él lo habrían horrorizado. Y tal vez fue por eso que los Estados decidieron definirse como laicos, algo que en Colombia muchos no consiguen asimilar aún. Pero ese es nuestro Congreso: filas de poltronas para viejitos avaros, para bastante perezoso miope y mucho choro público.
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Mientras tanto en Francia, la aprobación del matrimonio igualitario no puede ocultar la proliferación de fobias sociales, ¡con la distancia que nos llevan sus procesos políticos! ¿Irán en el futuro a la torre Eiffel los Cenadores católicos colombianos?

viernes, 19 de abril de 2013

Posicionamiento de una marca: las víctimas


Según Francisco Santos, un día se levantó y se dijo: las víctimas de las FARC y del narcotráfico no tienen voz, por eso voy a mandar a hacer vallas con un primer plano de las caras de sus verdugos.

En Colombia, donde muchos miran con desprecio a la vecina Venezuela -ahora que ya no es la hermana millonaria-, algunos se vanaglorian de una vida política distinta. Sin embargo, el hecho de que nuestra agenda mediática esté marcada por las rivalidades entre los egos de los políticos nos muestra que no estamos en un escenario tan diferente.

Durante toda la semana, la prensa, la radio y los noticieros nacionales han registrado la polémica que suscitaron las vallas en las que el precandidato presidencial Francisco Santos invita a los ciudadanos a jugar a las adivinanzas, preguntándoles quién entre dos criminales ha matado a más policías. Ante cámaras y micrófonos, se ha quejado de censura y de intolerancia porque en algunos casos las vallas fueron retiradas. En otro caso, una de sus vallas fue cogida a golpes de pintura por un grupo de ciudadanos y la reacción del candidato fue decir “bueno, afortunadamente la pintura era rosada, que es un color amable”. Con esta sensibilidad estética, ¿le parecerá amable encontrarse, en cualquier calle, la cara del asesino de un ser querido en tamaño descomunal?
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Aunque estoy de acuerdo con quienes opinan, en la línea de Daniel Samper Ospina, que la mejor forma de hacerle daño a la imagen de Francisco Santos es respetar su libertad de expresión, la entrevista que este candidato le concedió al diario El Colombiano me fuerza hoy a escribir sobre las vallas de la adivinanza. Según él, dado que le preocupa la situación de las víctimas de las FARC una vez concluya la negociación en La Habana, el mensaje de las vallas es importante porque señala que aquí hay victimarios de primera y victimarios de segunda. ¿Su preocupación son las víctimas, dice?

A los de primera, dice él, se les puede abrir un espacio en la actividad democrática, y a los de segunda, dice, “que se pudran en el infierno”. ¿A quiénes se refiere; a quiénes ve él pudriéndose en un infierno? ¿Acaso el Acuerdo de Ralito es la causa del hacinamiento carcelario? Sobre esta misma inquietud, insiste en que la gravedad de un homicidio es siempre la misma, pero luego defiende un régimen especial de juzgamiento para la fuerza pública, y las víctimas que nombra, para las que clama perdón, son las del Nogal por ejemplo, no las de Soacha, por hablar de una misma ciudad. Y, para coronar su evidente confusión, dice hacia el final de la entrevista: “Cuando hoy miraba la valla se me arrugaba el corazón porque yo no distingo entre víctimas y victimarios”. Contundente.

En otro apartado de la entrevista señala: “Me duele saber que esos atropellos –de las FARC y del narcotráfico– van a quedar en la impunidad. Y eso es lo que veo venir. Y para mí, como parte de una sociedad moderna, es impensable e inaceptable, y si puedo hacer algo, lo hago y por eso me dediqué a poner vallas”. Me pregunto qué es para él lo propio de una sociedad moderna: ¿una en la que las víctimas están forzadas a mirar los rostros de sus verdugos en tamaño extraordinario, como si la televisión no estuviera haciendo una labor recalcitrante de restregarnos en la cara a los asesinos organizados? Y, entretanto, ¿qué quiere decir cuando dice “por eso me dediqué a poner vallas”?: ¿va a derogar la Ley de Víctimas o a levantar la Mesa de Diálogo a punta de vallas? ¿De verdad; fue eso lo que aprendió en sus altos estudios en comunicación? O es muy tonto o es muy cínico. No es una disyunción excluyente.

Otra cosa que le preocupa al primo del presidente, y lo dice como un niño que se queja con la profesora, es que el fiscal dijo que los guerrilleros podrían llegar al Congreso. Y, ¿de dónde saca él que el marco legal lo permite todo? ¿O es que está hablando del proceso con los paras? A los detractores de este proceso de paz se les olvida que el marco legal no se ha construido todavía y que, de abrirle paso a la participación de los miembros de las FARC en política, es claro que ésta solo podría validarse en las urnas. En contraste, para el candidato la alternativa sería hacer un proceso como el de Ralito. Da grima ver a un candidato presidencial defender a estas alturas ese acuerdo: ¿considera él que la extradición de algunos jefes paramilitares ha dejado en una mejor condición a las víctimas? ¿Desconoce que ellos mismos han confirmado en medios masivos que la extradición les permite ser juzgados por narcotráfico en procesos cortos y eludir procesos eternos acá por masacres, de las que todavía seguimos sin conocer muchos nombres? Además, ¿cree él que es fortuito que Luis Carlos Restrepo esté prófugo? Pero, este no es el tema que motivó este escrito, lo es un uso descabellado del espacio público.

Este individuo, fundador de País Libre, dice que tampoco es que tenga tanta voz, “solo los twitter [sic] y las vallas y algunos espacios.” ¿Solo las vallas, el Twitter y algunos espacios? ¿Cree este señor, que se pavonea diciendo que conoce a las víctimas, que poner una valla es un recurso menor? No hablemos solo del costo, hablemos de la visibilidad. Insisto: después de lo vivido, ¿están condenadas las víctimas a ver en tamaño exorbitante las caras de sus victimarios? Y, sobre los otros espacios, ¿le parece poco a este señor haber robado micrófono en todos los noticieros nacionales durante toda la semana, haber protagonizado artículos en distintos periódicos y haber sido entrevistado a propósito de su iniciativa? ¿Ha tenido una sola de las víctimas toda esta visibilidad? Me corrijo: Francisco Santos no es tonto ni cínico, es perverso.

Dice el candidato: “trabajo en ver cómo posiciono las víctimas de las FARC para que no las dejen solas. Ese es mi propósito”. ¿Posicionar, como las marcas? Ahora, ¿de verdad piensa este hombre que el primer plano de dos de los asesinos más famosos de este país le da voz a las víctimas, las va a acompañar? ¿De qué modo: hace más llevadera su pobreza, le da un censo a la ciudadanía de la cantidad de desplazados que recorren las calles de las ciudades, abre escuelas para los huérfanos o da trabajo a las viudas? ¿De verdad piensa Francisco Santos que lo que necesitan las víctimas es “ser posicionadas”, le parece al menos respetuoso usar este verbo para referirse a ellas?

No solo es lamentable, también es preocupante ver a un candidato presidencial defender la voz de las víctimas jugando a adivinanzas innecesarias, y demostrar con descaro que ellas son su eslogan de campaña. Es irresponsable que una persona como estas tenga todos los micrófonos que tiene. Por esto no puedo evitar la comparación de nuestra política con la venezolana. Aquí, como allá, los discursos de los políticos se consagran de lleno a las peleas entre ellos mismos, con las que se lanzan como rapiñas sobre la agenda mediática. Lo grave es que toda esa visibilidad que ellos se roban, corresponde al espectro de la visibilidad en común: lo que me encuentro en la ciudad al mirar para el cielo o en el televisor cuando solo tengo canales nacionales.

Por último, y de eso no se habla en la entrevista de El Colombiano, ¿por qué debajo de la valla del candidato está la leyenda “La sangre de Cristo tiene poder”? Lo dicho: Francisco Santos puede, por mucho, contra sí mismo.